INSIDE
Como también sucediera con Limbo, nuestro objetivo es superar cada tramo combinando nuestra destreza al saltar y correr con nuestra capacidad para resolver puzzles espaciales. Al principio, esos retos son sencillos: mover cajas para trepar y llegar más alto, pulsar un interruptor en el momento justo... Pero, poco a poco, la cosa se va enrevesando con elementos que no son tan evidentes y que nos hacen asimilar su mecánica a marchar forzadas. Para no spoilear demasiado, lo dejaremos en que a veces arriba es abajo y derecha es izquierda... Todo parece muy clásico al principio y, aunque nunca se sale del todo de esa norma, desde luego resulta más completo e incluso más original que el juego anterior.
Ahí estamos nosotros, los pobrecitos jugadores, enfrentándonos a algunos retos verdaderamente extraños, sin que se nos diga nunca qué hacer, ni por qué lo estamos haciendo. Además, como supondréis, un error en un salto o una mala sincronización en nuestras acciones se paga con la muerte instantánea. Por suerte, los checkpoints son constantes y no tenemos que someternos a frustrantes y maratonianas rondas de retos. Pero claro, eso no quita que nos vaya a tocar morir más de una vez en alguna porción del mapeado que se nos resista. Con todo, volvemos a lo que planteamos antes: los retos están a la altura de las circunstancias, pero nunca llegan a frustrarnos.
Hay que tener en cuenta que, aunque hay varios enemigos en el camino, no disponemos de ninguna habilidad "ofensiva". Lo único que podemos hacer es huir y bloquearles al paso. Eso provoca que nos sintamos desnudos frente a ellos. Nuestra vulnerabilidad puede incomodar al principio, pero al final es el combustible que necesitamos para decir "a mí esto no me supera" y para enfrentarnos a lo que haga falta.
Deja una respuesta